La Cucanya

938151934

Racó de Santa Llúcia, s/n, Vilanova i la Geltrú, 08800

L,M de 13:30 a 16:00 / X-D de 13:00 a 16:00 y de 20:30 a 23:00

35 €

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La Cucanya

La Cucanya es un restaurante mediterráneo ubicado enfrente del mar en plena costa de Barcelona. Su ubicación, en el Racó de Santa Llúcia de Vilanova i la Geltrú, un antiguo pueblo pesquero rodeado de verdes y extensos jardines sobre el mar, convierten a La Cucanya en un espacio singular a solo 5 minutos del núcleo urbano de Vilanova i la Geltrú, 10 minutos de Sitges y poco más de media hora de Barcelona en coche.

La Cucanya ofrece una completa oferta gastronómica donde destaca la cocina marinera y de temporada, dando también protagonismo a la cocina artesanal italiana. Entre sus especialidades, destacan los arroces caldosos, los pescados, la pasta fresca artesana, carnes y los productos autoctónos de la tierra, como su plato estrella, el ‘Suquet de Gambes de Vilanova’.


El Restaurante La Cucanya cuenta con salones privados para celebraciones familiares, bodas y eventos de empresa, totalmente adaptables a sus necesidades. La Cucanya es el lugar perfecto para la celebración de su banquete de bodas. Nuestro restaurante, cuenta con tres amplios y multifuncionales salones. Cada salón cuenta con su propio jardín para la celebración de un aperitivo de bodas o de un cóctel de bienvenida, con el mar de fondo.

Las amplias y exclusivas instalaciones de La Cucanya, pegadas al mar y con vistas a la playa de Vilanova, son ideales para la celebración de cualquier tipo de acto de empresa en Vilanova: ruedas de prensa, presentaciones de productos o eventos, cenas ‘fuera del hotel’ para convenciones o congresos, cocktails, seminarios, almuerzos de trabajo o simplemente comidas de empresa.

Restaurantes, Cocina mediterránea, Opciones para vegetarianos, Para grupos, Cocina tradicional, Abierto en domingo, Terraza/Jardin, Banquetes

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7 comentarios
Su valoración:
Norma
Pésimo servicio. Comida mediocre. Buenas vistas. No regresaremos y no recomendamos.
Su valoración:
Alexandra
dicar que fue un desastre de boda por parte de la organización y dirección de la Cucanya. Falta de coordinación y profesionalidad. Falta de interés y faltas de respeto por parte de la señorita Geraldine, la supuesta wedding planer que nos iba a llevar la boda, la cual desapareció en el momento del aperitivo, cuando empezó a llover. Persona soberbia, con muy malos modos, sin don de gentes y con una profesionalidad nefasta.
Contratación de un servicio TOP el cual no cumplió con la decoración pactada.
Empezó a llover y no tuvieron ningún recurso, nos metieron en el salón del convite sin buscar ninguna otra alternativa.
Dejaron de servir el aperitivo y bebidas contratadas y nuestros invitados estuvieron más de una hora desatendidos, sin ofrecerles ni una botella de agua. Por no hablar de la hora de retraso de la ceremonia, en la cual los novios tuvimos que estar en el coche metidos una hora y nuestros invitados en pleno sol sin ofrecerles nada más que agua de sabores, cuando se contrató un snack para los invitados mientras esperaban a la novia.
Es realmente decepcionante y triste al mismo tiempo, ver como te cambian 3 veces de wedding planer y aún así seguimos confiando en ellos hasta el último momento. Lastima la nuestra, confiar ciegamente en tres personas tan poco profesionales, Pilar, Su hijo Carlos, y la novia de este, Geraldine,igual que la confianza que pusimos en dos animadoras que nos ofreció Pilar de la cucanya, para los 13 niños que teníamos, que aparecieron tarde y No las que habíamos contratadas, sino un chico joven mirando el mvl toda la noche, y una chica jovencísima que llegó tarde y con mala cara.
A todos los novios que estén pensando casarse en la cucanya, antes de hacer cualquier reserva, pensar con la cabeza y no con las emociones del momento al ver un sitio tan espectacular, como nos pasó a nosotros, que nos enamoramos del sitio sin saber, que el día más esperado de nuestras vidas se iba a convertir en el día que más rápido queremos olvidar.
Gracias sobretodo a nuestro fotógrafo que nos acompañó y no nos dejó solos en ningún momento, asumiendo roles que obviamente no le tocaban, hizo de metre y de weeding planer.
Me quedo con Eulalia, la oficiante de la ceremonia, que hizo un trabajo excelente y emotivo, y con todos y cada uno de nuestros 105 invitados que a pesar de todo lo mal que veían que lo estaban haciendo y lo mal tratados que estaban siendo atendidos por parte del equipo de la cucanya, le dieron la vuelta a la tortilla a la situación y nos dejaron disfrutar de ellos, olvidando el horror que estábamos viviendo por parte del restaurante.
Obviamente esta queja, es el principio de una larga lucha que vamos a emprender, ya no solo por nuestro día perdido, sino para que ningunos novios más, tengan que pasar por lo que nosotros hemos vivid
Marcela Masferrer
He elegido este restaurante para pasar nochevieja 2018 con mi marido y mi hijo, como lo hacemos cada año en distintos lugares, pero este año ha sido tremendamente decepcionante. Nada mas llegar me di cuenta de que el salón no estaba decorado para tan importante ocasión, era un lugar más, con luces nada acogedoras, mesas fríamente decoradas y con enormes bolsas de cotillón compradas en los chinos, como muestra de que era cena de nochevieja.

Lo peor estaba por llegar. Al lado nuestro, había una gran mesa larga con una familia de unas quince personas que hablaban a gritos sin considerar que habíamos otros comensales nada interesados en escuchar sus conversaciones. Comenzaron a salir a fumar, uno detrás del otro, por una puerta lateral que daba a nuestra mesa y entraba el aire tremendamente frío, dando de lleno en mi espalada. Hablé con uno de ellos para explicarle la incomodidad que padecíamos al salir ellos por esa puerta a fumar. Y la respuesta de este pequeño y acomplejado hombre incivilizado, fue que me pusiese un abrigo o trasladase la mesa para otro lado.

Entonces me dirigí a recepción para solicitar una solución. Me atendió el jefe de camareros (Manu), que decidió cambiarnos a una mesa para dos, pero con tres sillas, es decir, apretados y en medio de un pasillo de paso para los otros comensales. En medio de nuestra atormentada, cena vino una señora que se presentó como la dueña, saludando mesa a mesa y preguntando si todo estaba como esperábamos. Pensé en ese momento que el universo me la había enviado para mejorarme la noche, pero no, sólo se limitó a escuchar y luego comentar: "vaya como es la gente tan mal educada, sólo les interesa su bienestar" y cuando le iba a replicar, ya estaba saludando en otra mesa. Luego dijo unas enredadas palabras de fin de año, acompañada de su nieto que no dijo ni "pío", y comenzó la música apta para gente de ochenta años y digna del más perdido de los pueblos en una triste verbena.

Nos retiramos a las dos de la madrugada, porque no podíamos mas con tanta alegría.

No quiero ser injusta, por lo que dejo constancia de que la comida estaba deliciosa, los jardines iluminados y la atención de Manu, excelente, porque se preocupó de nosotros hasta que nos fuimos, sin antes insistir en ubicarnos en otra mesa y ponernos otra copa de cava, ya que se había dado cuenta de que no nos íbamos contentos de haber escogido este lugar para despedir el año.

Es un lugar para gente mayor de Vilanova i la Geltrú, sin muchas exigencias ni despliegues dignos de una fiesta de fin de año. Nada recomendable para gente menor de ochenta años.
Su valoración:
jmialetv
un entorno encantador. La comida es correcta pero cara. La ubicación fantástica y el servicio bastante bueno.
Su valoración:
HimanDon
Buena Cocina con más de 25 años de saber hacer. Conozco este retaurante desde que era pequeña. Situado en un lugar precioso, remata una urbanización idilica a pie de mar.
La cocina es buena, mediterranea o italiana tradicional. Ideal para una cita romántica o una comida en familia.
Su valoración:
fedra100
ideal para grandes cenas. El sitio es muy bonito ideal para grandes celebraciones, banquetes y comuniones. La comida está bastante bien
Su valoración:
Lavinia
Imagen consolidada. Este restaurante cierra la primera quincena de noviembre. Es un restaurante familiar de consolidada imagen con una amplia terraza frente a la bahía. Su carta es una equilibrada combinación de cocina artesanal italiana y marinera mediterránea. Si váis tenéis que probar sus ricos ravioli piamontese, el gallo del Penedés al vinagre de Parrella y su carro de postres
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